Veo gente. Veo gente de diferentes edades. Gente
de diferente poder adquisitivo. De diferentes provincias y países. Veo gente
que se pregunta por cosas. Gente que se junta en un lugar. Gente que se junta
en un lugar y que no necesariamente piense de la misma manera, ni vivan de la
misma forma. Veo gente que se junta y que no se conoce, que no me conoce. Gente
que tampoco conozco. A algunos de esos les dicen niños, a otros padres o madres
o abuelas y abuelos o tíos, a otros les dicen portero/a o docentes o maestro o
maestra o directora o vice o secretaria. Igual, yo veo gente. Gente que a pesar
de sus diferencias sociales, económicas, partidarias, étnicas, culturales se
junta en un mismo lugar con un objetivo común esperando algo. Algún chistoso
podría estar pensando que están esperando el colectivo, pero no. Aunque tan
errado no están. En realidad ya estamos viajando en un colectivo que es la
Educación Pública. Al que nos subimos año tras año tratando de dar lo mejor de
cada uno. Colectivo que se conduce entre todos los que formamos parte de esta
comunidad educativa.
Este año les damos la bienllegada a nuestros
nuevos integrantes de la comunidad que se incorporan a primer grado, el buen
retorno a todos los chicos de segundo a sexto y buen cierre a los compañeros de
séptimo que están comenzando su último año en la escuela.
Hoy abrimos el ciclo lectivo, pero las clases empezaron hace varios
días. Se dieron en las calles.
Hoy nos proponemos reconstruir el instante milagroso de la
generación del conocimiento.
Nos encontramos hoy ante un nuevo desafío. Nuevamente podemos
descubrir nuevas formas para desarrollar el camino del saber.
Ayer, preparándome para el inicio de clases tuve un sueño
Ayer soñé que hoy no había clases. Que no había más clases
porque la escuela no existía más. Que habían logrado desmantelarla. Que ahora
se enseñaba por internet, con la tele, los celulares. Que no hacía falta la
figura del docente como mediador de transmisor de la cultura en el proceso de
enseñanza aprendizaje. Que los responsables políticos de semejante decisión se
ahorraban recursos para cosas más importantes. Cuando me desperté de esa
pesadilla, me di cuenta que el sueño ya estaba en marcha.
Hoy les propongo otro sueño, otro desafío. El desafío de la
escuela pública. Les propongo que este año, todos juntos aprendamos a
sumar amigos, ilusiones y esfuerzos; a restar miedos y desconfianza; a
descubrir la potencia de cada uno de nosotros y a multiplicar sueños; a dividir
entre todos. Que aprendamos el valor y el calor de las palabras; a escribir los
sentimientos, la caligrafía de las pasiones y el análisis sintáctico de la
emociones. Que aprendamos a hacer barquitos de papel para que no nos pueda
separar ningún océano con nuestros compañeros. A ser buenas personas, a
sentirnos valiosos, a respetar a los demás, a tener los mismos derechos y que
todos tengan las mismas oportunidades y que ser diferente signifique ser igual. Les propongo que aprendamos en la escuela de
todos y todas y que es para todos y todas. Que aprenderemos como se luchó, para
seguir luchando.
Los convoco hoy a defender la escuela pública del escándalo y la
rutina, de las infamias y de los infames, de las academias, de los voluntarios
y voluntariosos que presentan la docencia y la educación como un disvalor que
puede tomar cualquiera en sus manos. Defenderla de los tipos y de las
doñas que quisieron ser maestros con corbata y almidón. Defender la escuela
pública de los hombres miserables que mantienen la miseria para que todo siga
igual. Defenderla de ministros y secretarios que les da alergia la tiza y les
gusta mandonear. De los negociantes, que se ponen una escuela y sólo piensan en
ganar.
Para poder llevar adelante este sueño hace falta una comunidad
educativa y profesionales de la educación que estén comprometidos con el
cambio.
Hace falta saber, que la obligación del que estudió aquí, es no
olvidar que ésta es una escuela pública, que la pagan los contribuyentes y que
la mayoría de ellos son trabajadores como los que estamos aquí.
Saber, que la escuela no debe ser un ámbito exclusivo.
Que la escuela no puede discriminar.
Porque cuando estamos comprometidos con la educación de un niño:
No importa si es argentino o extranjero.
No importa si es rubio o morocho.
No importa la posición política de los padres.
No importa si es religioso o ateo.
No importa su condición social.
Es un niño .Que tiene
derecho. Y debemos dárselo