9 de marzo de 2017

CICLO LECTIVO 2017

Un nuevo ciclo lectivo inició, este año el comienzo estuvo marcado por una serie de acontecimientos inéditos en la historia de nuestro país. Es así que toman un particular relevancia las palabras de bienvenida a este ciclo de nuestro compañero Gustavo maestro de séptimo, las que compartimos con la comunidad en este espacio.




Veo gente. Veo gente de diferentes edades. Gente de diferente poder adquisitivo. De diferentes provincias y países. Veo gente que se pregunta por cosas. Gente que se junta en un lugar. Gente que se junta en un lugar y que no necesariamente piense de la misma manera, ni vivan de la misma forma. Veo gente que se junta y que no se conoce, que no me conoce. Gente  que tampoco conozco. A algunos de esos les dicen niños, a otros padres o madres o abuelas y abuelos o tíos, a otros les dicen portero/a o docentes o maestro o maestra o directora o vice o secretaria. Igual, yo veo gente. Gente que a pesar de sus diferencias sociales, económicas, partidarias, étnicas, culturales se junta en un mismo lugar con un objetivo común esperando algo. Algún chistoso podría estar pensando que están esperando el colectivo, pero no. Aunque tan errado no están. En realidad ya estamos viajando en un colectivo que es la Educación Pública. Al que nos subimos año tras año tratando de dar lo mejor de cada uno. Colectivo que se conduce entre todos los que formamos parte de esta comunidad educativa.
Este año les damos la bienllegada a nuestros nuevos integrantes de la comunidad que se incorporan a primer grado, el buen retorno a todos los chicos de segundo a sexto y buen cierre a los compañeros de séptimo que están comenzando su último año en la escuela.
Hoy abrimos el ciclo lectivo, pero las clases empezaron hace varios días. Se dieron en las calles.
Hoy nos proponemos reconstruir  el instante milagroso de la generación del conocimiento.
Nos encontramos hoy ante un nuevo desafío. Nuevamente podemos descubrir nuevas formas  para desarrollar el camino del saber.
Ayer, preparándome para el inicio de clases tuve un sueño
Ayer soñé que hoy no había clases.  Que no había más clases porque la escuela no existía más. Que habían logrado desmantelarla. Que ahora se enseñaba por internet, con la tele, los celulares. Que no hacía falta la figura del docente como mediador de transmisor de la cultura en el proceso de enseñanza aprendizaje. Que los responsables políticos de semejante decisión se ahorraban recursos para cosas más importantes. Cuando me desperté de esa pesadilla, me di cuenta que el sueño ya estaba en marcha.
 Hoy les propongo otro sueño, otro desafío. El desafío de la escuela pública. Les propongo  que este año, todos juntos aprendamos a sumar amigos, ilusiones y esfuerzos; a restar miedos y desconfianza; a descubrir la potencia de cada uno de nosotros y a multiplicar sueños; a dividir entre todos. Que aprendamos el valor y el calor de las palabras; a escribir los sentimientos, la caligrafía de las pasiones y el análisis sintáctico de la emociones. Que aprendamos a hacer barquitos de papel para que no nos pueda separar ningún océano con nuestros compañeros. A ser buenas personas, a sentirnos valiosos, a respetar a los demás, a tener los mismos derechos y que todos tengan las mismas oportunidades y que ser diferente signifique ser igual. Les propongo que aprendamos en la escuela de todos y todas y que es para todos y todas. Que aprenderemos como se luchó, para seguir luchando.
Los convoco hoy a defender la escuela pública del escándalo y la rutina, de las infamias y de los infames, de las academias, de los voluntarios y voluntariosos que presentan la docencia y la educación como un disvalor que puede tomar cualquiera en sus manos. Defenderla de  los tipos y de las doñas que quisieron ser maestros con corbata y almidón. Defender la escuela pública de los hombres miserables que mantienen la miseria para que todo siga igual. Defenderla de ministros y secretarios que les da alergia la tiza y les gusta mandonear. De los negociantes, que se ponen una escuela y sólo piensan en ganar.
Para poder llevar adelante este sueño hace falta una comunidad educativa y profesionales de la educación que estén comprometidos con el cambio.
Hace falta saber, que la obligación del que estudió aquí, es no olvidar que ésta es una escuela pública, que la pagan los contribuyentes y que la mayoría de ellos son trabajadores como los que estamos aquí.
Saber, que la escuela no debe ser un ámbito exclusivo.
Que la escuela no puede discriminar.
Porque cuando estamos comprometidos con la educación de un niño:
No importa si es argentino o extranjero.
No importa si es rubio o morocho.
No importa la posición política de los padres.
No importa si es religioso o ateo.
No importa su condición social.
Es un niño .Que tiene derecho. Y debemos dárselo