10 de octubre de 2008

Llegada de Colón a América

Hoy, en un sencillo pero frofundo acto, recordamos la llegada de los españoles al Continente Americano.
La Srta. María Laura escribió las palabras alusivas y luego trabajamos con la canción "Cinco siglos igual", de León Gieco.
Compartimos con todos tan emotivas palabras y los invitamos a ver un video alusivo en el Blog de la Biblioteca.

"El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón, un navegante de origen genovés, llegaba a tierras americanas. Vino con tres carabelas, que nosotros, los que somos grandes, sabemos nombrar de memoria. Cuando éramos chicos, para esta altura del año, todos podíamos decir que las tres carabelas en las que habían venido los primeros españoles que pisaron América se llamaban Santa María, La Pinta y La Niña. Hasta había chistes al respecto. Mi mamá, cuando me ayudaba a repasar la lección, me decía: Vos acordate: “¡Santa María, qué Pinta tiene La Niña!”.
Todavía, en los libros de Ciencias Sociales, se cuenta esta historia de aventura y desafío. Que en esa época la gente creía que la Tierra era chata como un plato, no redonda, y que en realidad lo que quería Colón era llegar a Las Indias, para comprar especies, y que convenció a la Reina Isabel La Católica para que le diera algo de dinero y un poco de confianza para financiar su ambicioso proyecto. La Reina mucho no le creyó, pero algo le dio. Tres carabelas y una tripulación poco experimentada. Y que con eso, Colón se largó al océano desconocido y navegó siempre hacia el Este, sin saber demasiado a dónde iba a llegar, y a comprobarlo personalmente.
Eso es lo que pasó el 12 de octubre de 1492, o sea hace más de quinientos años. En nuestro país se declaró feriado en 1910, cuando nos visitó la Infanta Isabel, con motivo de los festejos por el primer Centenario de la Revolución de Mayo. Y, desde entonces, cada año recordamos esta fecha.
Es difícil hablar de lo que pasó. Porque pasaron tantas cosas, y tienen mucho que ver con el país que somos hoy, incluso con cómo es América toda. Por un lado está la osada aventura de Colón, y de tantos otros marinos que recorrieron todas las costas, por el sur de Tierra del Fuego, hasta que lograron dar la tan esperada vuelta al mundo y llegar por el Este hacia territorios asiáticos. Pero por el otro, se produjo un encuentro, por así llamarlo, entre la cultura europea y la de todos los habitantes de este enorme y larguísimo continente. Dicen los que saben, que entre 1492 y el 1800, murieron cerca de 300 millones de personas americanas. Los europeos llegaban y se iban imponiendo, y los americanos morían en guerras de resistencia o se contagiaban de enfermedades para las que no tenían defensas, o se morían de pena o se suicidaban. Verse reducidos a la servidumbre o a la esclavitud, tener que renunciar por la fuerza a sus costumbres, religión y tradiciones, hizo que etnias enteras desaparecieran para siempre de la faz de la tierra que los viera nacer y crecer durante los siglos anteriores.
Cuando nosotros, los maestros y los padres que hoy estamos acá, éramos chicos, sólo escuchábamos una campana, una versión de la historia. Nos contaron que Europa conquistó a América porque era más civilizada, y que los pueblos originarios eran ignorantes y atrasados. Y que en definitiva, era mejor para todos nosotros que las cosas hubieran sido así. La civilización era mejor que la barbarie, y nosotros, que somos en su gran mayoría descendientes de inmigrantes europeos, quizás nos sentíamos mejor explicándonos así la historia. Poco a poco empezaron a oírse otras voces: las voces de aquellos descendientes de los antiguos nativos, que nos acercaron su propia versión de los hechos.
Quitémonos la venda de los ojos. El etnocidio americano es el de mayor magnitud de la historia de la Humanidad. Cuidemos nuestras raíces, así como están, tal cual somos. Una mezcla de razas y de voces, a las que con el tiempo se nos van agregando nuevos aportes, nuevas corrientes migratorias. Tratemos de aceptar que no somos de un mismo color, ni tenemos por qué tener el mismo sistema de creencias y valores. Recordemos toda la sangre derramada a lo largo de nuestro hermoso continente, y animémonos a escribir una historia de mayor tolerancia, responsabilidad y respeto por las voces de las minorías, tanto de los que reclaman con justicia su derecho a la tierra que les fuera quitada por el conquistador europeo, como la de aquellos que llegan a nuestras costas de lejanos continentes en busca de mejores horizontes. Y tengamos en cuenta siempre que, como dice el poeta, si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra Historia. La verdadera historia, quien quiera oír, que oiga."
María Laura Prelooker

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